miércoles, 15 de septiembre de 2010

VACACIONES = FELICIDAD COMPRIMIDA

Ya ha terminado el verano (oficialmente, digo). Todo el mundo vuelve a su trabajo, los niños se reencuentran en el colegio y los parados vuelven a poner caras largas (más largas) porque las vacaciones se han acabado y su circunstancia es el único motivo para no volver al curro.

Y hablando de... hace unos días asistí a una de las conversaciones más breves pero más interesantes acerca de las famosas vacances:

  • Oye “fulanita”, ¿tú no te marchas a ningún lugar de vacaciones?

  • No “menganita”, yo soy feliz los 365 días del año.

Así es. No quiero meter a todos en el mismo saco, pero me fascina el creciente montón de gente que (a mi parecer) “vuela” en vacaciones con un simple objetivo: ser feliz durante unos días. Cada vez estudiamos más carreras, compramos mejores coches, salimos más de fiesta... Es decir, crece nuestra calidad de vida. Y sin embargo, da la sensación de que la gente odia su cotidianidad y repele su vida diaria.

Unos días en la playa es lo único que puede dibujar una sonrisa en ciertas personas. Ya no me extraña que la gente pida créditos para marcharse de vacaciones...


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